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bay

Under the perfect storm

No podía irme a dormir el sábado cuando a las tres de la mañana, el cielo amenazaba tormenta. Tengo una extraña costumbre de salir a perseguirlas, a perderme absorto viendo como los rayos se acercan, a sentir el estallido del trueno próximo a mí. El sábado, después de ir al cine, el cielo me regaló una vez más el maravilloso espectáculo de la tormenta eléctrica. Paré el coche enfrente de la playa, me quité la camiseta (en plan flipado) y me fui caminando por la playa, siguendo el camino de los rayos... acompañándolos... yo no les quitaba ojo de encima, y ellos me regalaban la luz del día por unas décimas de segundo. En unos minutos, a causa del fuerte viento, la tormenta pasó, y la maravilla de "perseguirlas" consiste en correr hacia el punto donde se dirigen... adelantarse un poco, y esperarla llegar.

La belleza violeta de los rayos se ve con los ojos, la lluvia fría se siente en la piel... y la cercanía de la tormenta se siente al retumbar el trueno, justo en el suelo donde pisas.

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